Elizabeth Holmes, la responsable de este resonado caso de éxito y desplome de su startup, que en 12 años logró construir la empresa Theranos con una valoración de 9.000 millones de dólares y haber captado más de 1.000 millones de dólares, los cuales se esfumaron al descubrirse la trama de engaños y mentiras que se habían edificado en torno a esta revolucionaria tecnología.
Algunas reflexiones luego de leer este interesante libro:
El carisma, usado para el bien, es persuasión, pero usado para engañar, es manipulación, mejorar el carisma, es una técnica, que permite caer bien y ser escuchado, pero el uso de ese carisma, requiere de la ética como factor orientador del uso de esa cualidad. Cualquier emprendimiento, sin ética, es una aventura destinada al fracaso.
De la notable investigación realizada por John Carreyrou plasmada en el libro “Mala Sangre” se describen algunos aspectos que son justos destacar en un emprendedor y que mostró Elizabeth Holmes desde que estaba en la universidad: la pasión y perseverancia, su capacidad de entusiasmar, aprovechar conexiones y las relaciones que había cultivado a lo largo de su vida para incorporarlas a su propósito y su entendimiento de que debía rodearse de personas talentosas.
Sin embargo, con el tiempo, lamentablemente prevalecieron aspectos muy negativos en su actuación, como la mentira, el engaño, la manipulación, una pésima comunicación y la intimidación a las personas, generando un mal clima laboral y un desastroso producto que terminó con un estruendoso fracaso.
La búsqueda del éxito, sin importar los medios, arruinó la carrera de destacados profesionales, destruyó personas, afectó empresas, engañó a pacientes, médicos e inversionistas sin ningún escrúpulo, todo en pro de lograr un éxito de impacto global.
La falta de moral, pudor y ética guio a esta joven empresaria a engañar consistentemente y por muchos años a importantes figuras públicas, empresariales e incluso a las autoridades reguladoras de los Estados Unidos.
Esta estafa generalizada, pública y descarada pone en evidencia aquel concepto psicológico denominado “efecto halo” que hace que las personas se dejen influir y crean a partir de la cercanía con personas notables o destacadas.
En este caso, Elizabeth Holmes aprovechó sus contactos para incorporar a miembros destacados del estado mayor, del mundo político y académico a la junta directiva de su emprendimiento. De esta manera, su cercanía con destacados hombres de estado, de empresas y del mundo académico la hacían incuestionable, ¿cómo alguien que se codea con lo más exquisito del mundo de los negocios, grandes inversionistas y hombres de estado podría ser un farsante? Es allí cuando se pone en evidencia el “efecto halo” que otorga a esta persona unas cualidades de entereza, solvencia, honestidad y seriedad, por efecto añadido.
Otra reflexión a partir de la lectura del libro es el sentido de oportunidad, que es una competencia muy importante de cualquier emprendedor y que de la historia de Theranos se ve como su fundadora aprovecha las oportunidades de negocios que se van presentando a lo largo del tiempo, adaptando la idea de negocio a las nuevas circunstancias que se van presentando.
También queda claro, a la luz de este sonado caso, la importancia de las regulaciones en industrias críticas como la salud, ya que terminan siendo contrapesos ante la falta de ética de iniciativas privadas que pueden poner en riesgo a personas solo por mantener un móvil de lucro.
Dos reflexiones finales de este caso de fraude a la confianza de la comunidad tecnológica, médica y de inversionistas:
- Desde el punto de vista del emprendedor, la falta de ética muestra la pérdida de brújula ante el paradigma de ser exitoso a como dé lugar. Se requiere reforzar la ética en el emprendedor y en los negocios.
- El entorno empresarial: clientes, inversores, reguladores, empleados, proveedores y medios de comunicación mostraron una enorme falta de pensamiento analítico, que significa evaluaciones basadas en datos y la rigurosidad que se supone forma parte del ADN corporativo.
Alejandro Rivera Prato – Director